Navegantes y descubridores


La caza de la ballena y el progresivo aumento de la comunicación de la Península Ibérica y el Occidente europeo fue convirtiendo la navegación en una actividad cada vez más habitual entre los habitantes de la costa vasca, en especial en el contexto de expansión económica que se inicia a mediados del siglo XV y continúa y aumenta tras la conquista de América.

Así, desde las primeras expediciones de Colón, los marinos vascos  participaron activamente en la campaña americana, hasta el punto de ser una de las referencias en este ámbito. Entre la participación vasca de Colón, además de la fabricación de la carabela Santa María, hay que mencionar a Juan de la Cosa o Juan Vizcaíno, propietario del citado barco e importante cartógrafo. La ciencia cartográfica de de la Cosa se manifiesta en el tercer viaje de Colón (1498), perfilando la costa de lo que serían Colombia y Venezuela. En 1500, de la Cosa terminaría su mapa, el primero de América.

Sabemos que junto a él, y entre los numerosos vascos de la tripulación colombina, se encontraba un vecino de Deba llamado Juan Martín Azoke, y que, en el cuarto viaje, Colón contó con navíos propiedad de un vecino de Getaria. Luis de Arriaga, por ejemplo, había ido a Santo Domingo en el segundo viaje de Colón, en 1493, y en 1501consiguió de la reina Isabel la Católica una capitulación para colonizar la isla con 200 colonos casados vizcaínos (en el sentido de la época de vascos, no necesariamente de Bizkaia). A pesar de no cumplirse en su integridad, logró que algunas familias se asentasen allí. La Española era una base de expediciones de toda clase, por la que pasaron muchos vascos en las empresas continentales. Tenían intereses en esta isla Juan de La Cosa, Lope de Olano, Juan Martínez de Zamudio o Pedro de Arbolantxa. Gran parte de ellos eran comerciantes y apoderados de vascos avecindados en Sevilla, tal y como aparecía Elkano en 1519.

También en la conquista de México, Cortés, al organizar el ayuntamiento mejicano, eligió para alguacil mayor a Juan Ochoa de Elejalde, vecino de Leintz-Gatzaga, y estuvo también presente el irunés Martín de San Juan, maestre de navío llegado con Juan de Garay.

No es de extrañar que, siendo tan numerosos los navegantes y exploradores de origen vasco, algunos de ellos destacaran muy notablemente y establecieran hitos en el mundo de la navegación y la exploración. Elcano, por ejemplo, es conocido por ser el primero que dio la vuelta al mundo, tras un periplo de varios años. Aunque sin cargos antes de enrolarse en la expedición de Magallanes, contaba con experiencia marítima, ya que había estado presente en la campaña organizada por el cardenal Cisneros en la costa africana. En su vuelta al mundo se ejemplifican varias características de la economía vasca del siglo XVI: la construcción naval (la nao “Victoria”, con la que volvió, había sido construida en Zarautz en 1515) y la dedicación profesional al mar, ya que, además del propio Elcano, varios de los supervivientes eran vascos.

Por su parte, Miguel López de Legazpi (de Zumarraga) y Andrés de Urdaneta (de Ordizia), tuvieron gran importancia en las islas Filipinas (nombre que les dieron por Felipe II). Legazpi fundó la actual capital, la ciudad de Manila, en 1571. Urdaneta, merced a las expediciones realizadas antes, ya había abierto en 1565 una importante ruta de vuelta a México que esquivaba los vientos alisios y aprovechaba las corrientes marinas.

El bergarés Domingo Martínez de Irala fue el continuador de la expedición comandada por Pedro de Mendoza (primer fundador de Buenos Aires), en torno a 1536. Al volver Mendoza a Castilla, Irala quedó al mando de la expedición y creó un cabildo. Entabló relaciones con los naturales y se casó con la hija de un cacique. En 1554 fue nombrado gobernador de Río de la Plata. Irala representa uno de los modelos de colonización y conquista castellana, que se asienta y mezcla con la población local, creando una nueva sociedad criolla.

La aventura del navarro Pedro de Ursua y el oñatiarra Lope de Agirre representa otro aspecto de la conquista y exploración de América: en busca del mítico Eldorado, su expedición se caracteriza por las luchas o alianzas con las poblaciones indígenas, según circunstancias, al igual que por las luchas y alianzas intestinas. Agirre es uno de los asesinos de Ursua, jefe de la expedición. Nombrado maese de campo, apoyándose en varios compatriotas, entre ellos el oñatiarra Juan de Agirre, pensaba proclamar a don Fernando de Guzmán príncipe del Perú. De esta forma, se desnaturalizaron de Felipe II y reconocieron al nuevo príncipe que, una vez conquistado el Perú, los premiaría por sus merecimientos. El reinado de don Fernando duró cinco meses. Ante una posible conspiración para matar a Agirre, los sucesos se precipitan. Pronto, algunos de los conspiradores son eliminados y Agirre queda como general y jefe de la expedición. Sin embargo, la represión y los perdones posibilitan la deserción de los hombres de Agirre, que acabará entregándose. Precisamente, en el momento de su entrega, sus hombres lo matan de dos disparos, y su cuerpo es descuartizado.

 

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