La Compañía de Jesús

La Compañía de Jesús fue fundada por Ignacio de Loyola y algunos compañeros de la Universidad de La Sorbona de París. En el documento que en 1539 dirigieron al Papa Paulo III para el reconocimiento y aprobación de la Compañía, ya se recogían sus cuatro votos principales: pobreza, castidad, obediencia, y un voto de especial obediencia al Papa.

Tras el Cisma protestante, el Papa Paulo III convoca un concilio en Trento para la reforma de la Iglesia Católica. Es la denominada “Contrarreforma”, en la que el papel de la Compañía de Jesús fue determinante. La obediencia al Papa, en un momento en que se cuestionaba su poder, favoreció el rápido desarrollo de los jesuitas en el orbe católico. La orden creció rápidamente, y centró sus esfuerzos en la educación, con el ánimo de crear una nueva elite que contrarrestara la influencia protestante y propagara el catolicismo en las tierras que se iban conquistando en otros continentes. Hacia 1640 contaba con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por toda Europa. Aproximadamente un siglo después, la cifra alcanzaba ya los 650. Además, la orden tenía a su cargo, total o parcialmente, la dirección de 24 universidades. También se crearon más de 200 seminarios y casas de estudios para miembros de la orden.  Asimismo, el campo de las misiones, la expansión de los jesuitas tuvo mucho éxito. El navarro Francisco de Javier, luego santo, como el fundador y otros miembros de la orden, fundó misiones en la India y en Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el interior de la China, por las costas de África, América, etc.

Durante el siglo XVIII, la Compañía de Jesús y su dependencia directa de la Santa Sede chocaron con los planes de reforzamiento del poder real de los nuevos gobernantes ilustrados. Intentos de regicidio, provocaciones de motines populares, no sometimiento a la autoridad real... fueron algunos de los argumentos que se utilizaron para expulsar a la Compañía de Jesús. Portugal es el primer país que expulsa a los jesuitas de su territorio y sus colonias, en 1759, seguido por Francia en 1764 y España en 1767. Se inicia así la lucha contra la Compañía, que culmina con la extinción decretada por el Papa Clemente XIV en 1773. Gracias al trabajo del Padre Pignatelli, que establece lazos desde Italia con la comunidad jesuítica de Rusia (donde se habían refugiado), en 1814 el Papa Pío VII restituye la Compañía.

El fin último de la educación ignaciana es el desarrollo integral de la persona, fomentando la interdisciplinaridad del saber humano y dirigiéndose a todas las facultades de la persona: su dimensión sensible y corpórea, su inteligencia, su afectividad y sexualidad, su voluntad y su carácter, su dimensión ética y religiosa… para ponerlos al servicio de una comunidad.

A pesar de su carácter universal y del prestigio alcanzado por muchos de sus miembros a lo largo de la Historia, y mucho antes de ganarse la enemistad de los gobiernos dieciochescos, la Compañía de Jesús conoció auténticas dificultades para asentarse en las capitales vascas. En 1619 la Compañía recibió la invitación de abrir un colegio en Donostia. Pero la presencia de los jesuitas provocó un gran recelo, tanto entre el cabildo eclesiástico que agrupaba a las dos parroquias principales, como, y en especial, entre el resto de conventos. Tampoco tenían siempre al Ayuntamiento de su lado. Ni siquiera la canonización de Ignacio de Loiola en 1622 les supone ganarse la simpatía de sus rivales. A cambio, cuentan con el apoyo de ciertas familias poderosas y del obispo de Pamplona, quien alaba la actividad de los jesuitas en Donostia, dado por una parte, el alto número de extranjeros herejes residentes en la misma, y, por otra, la falta de medios y vocación de otros sacerdotes y órdenes de la ciudad. Tras años de enfrentamientos judiciales y hasta agresiones físicas, en 1627 se establece una sede definitiva para la orden. Aunque con los lógicos vaivenes, la orden jesuita se afianza en la ciudad, hasta su expulsión general de los dominios de Carlos III en 1767. Su sede fue reconvertida en Hospital y, con posterioridad, en cárcel y parque militar. De su derrumbe surge la actual Plaza de la Trinidad.

Más información en : Santuario de Loiola

 

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